Siempre quise tener un gran pino en mi jardín. Uno que fuese especial, característico y muy diferente de otros bonsais. Desde hace tiempo he tenido en mente poseer un bunjin porque son únicos y difíciles de dar forma.
La pasada primavera, encontré un árbol muy interesante en Laos Garden. Marcio, que trabaja allí, me dijo que lo transplantó un año atrás y que lo reposicionó con un nuevo sustrato. ¡Ahí estaba el árbol que siempre había querido!
Un cultivo meticuloso durante toda la temporada de crecimiento hicieron que el árbol creciera sano y con unas agujas de igual longitud. Un árbol con buen crecimiento es siempre la mejor forma de afrontar un diseño y alambrado.
pino silvestris bunjin en el taller antes de hacerle la limpieza de acículas y despues de un buen crecimiento
Lo primero que hice durante una jornada casi completa, fue limpiar y equilibrar la cantidad de acículas. El segundo día diseñé utilizando la menor cantidad posible de alambre, escuchando lo que el pino me decía y donde me pedía colocar delicadamente sus ramas. Quería que el árbol tuviera un diseño natural con aspecto salvaje, pero que se reconociera en el un bonsai.
Creo que he conseguido plasmar la imagen del árbol que tenía en mi cabeza.